10 abr 2009

Contrabandeando con Slash y compañía



Para las personas que dedican religiosamente parte de su tiempo diario a escuchar música, es decir, paran sus actividades, se ponen esos audífonos gigantes que tapan toda posibilidad de escuchar sonidos ajenos a sos reproductores de mp3, y durante ese momento solamente escuchan música, piensan en música, en ser estrellas de rock, en caleidoscopios que los enfocan, en instrumentos costosos y escenarios enormes para conciertos multitudinarios, en inventar el mejor solo de guitarra de la historia del Rock 'n Roll... para ellos no les será difícil comprender por qué un adicto a la música baja de internet un album de un grupo nuevo y después de escucharlo lo borra y se lo compra. Porque no hay mejor sensación que cuando uno se compra un album, abrirlo con desesperación correr a escucharlo y sorprenderte nuevamente con las canciones que aunque ya escuchaste, suenan como nuevas.
Yo hice un contrabando de música con Contraband, la primera y hasta el momento única placa de Velvet Revolver, la bajé desde internet, la escuché, la borré y luego la compré.
Cuando llegaron a mis oídos las primeras notas de "Sucker Train Blues", la primera canción del disco, supe de inmediato que no iba a escuchar "Sweet Child 'O Mine", ya que eso es más o menos lo que esperaba de una banda integrada por los mismísimos Slash, Duff McKagan, Matt Sorum (es decir, ¡¡casi los Guns 'n Roses!!), Dave Kushner y el piloto Scott Weiland. Pero, un momento, esta no será "Sweet Child 'O Mine"; sin embargo, ¡¡suena más rockera que carcajada de Diablo!!
Y así de canción en canción, esperando siempre a "You Could Be Mine", o a "November Rain", fui encontrando "Do It For The Kids", "Big Machine", la demoledora "Illegal I Song" (gran batería de Matt Sorum), Spectacle, todas con "apetito por la destrucción", riffs ardientes de guitarras Gibson Les Paul Standard con cápsulas Seymour Duncan amplificadas por un Marshall JMC8OO, ese sonido encontrado por Slash al que pareciera pretender jamás renunciar; un Matt Sorum en su mejor momento rompiendo cráneos con sus baquetas, Duff McKagan como siempre en las segundas voces y con su bajo sólido y cabeceador, Dave Kushner con su modelo signature de Fernandez y un Cry Baby, logra introducciones y riffs cargados de velocidad y fuerza dignas de acompañar a Slash y; por último, el piloto Scott Weiland, capitán de los Stone Temple Pilots y de los paraísos artificiales a los que nuevamente se vuelve a referir en sus letras, se encuentra donde siempre debió haber estado, rodeado de estrellas de rock 'n roll, cantando al ritmo del hardrock, sin depresión y con el trinomio del sexo, drogas y rock.
Después de unos 20 minutos de puro maltrato al tímpano y ya sintiendo ese dolor en los músculos del cuello, llega la primera balada del album, simplemente hermosa... Fall To Pieces tiene una letra desgarradora, con una guitarra maravillosa y un solo como para llorar de emoción porque Slash está de vuelta y toca con grandilocuencia. Luego de este descanso de llevar todo ese rock imparable y demoledor sobre los oídos, adivinen que pasa, el rock imparable y demoledor sigue, verbi gracia, y no aburre, porque las canciones son diferentes, es frezco, a veces melódico, otras con raíces bluseras, otras con más o menos velocidad, etc. Pasa volando el tiempo y el rock, hasta que con tremenda sorpresa encontramos (y hablo en forma plural porque ya a esas alturas ya estoy escuchando de pie y soñando estar en el escenario de un estadio gigante con 100000 espectadores, mirándome al espejo hecho uno con mi guitarra eléctrica) el sonido de una guitarra electroacústica Takamine en manos de Slash en la segunda balada del disco, "You Got No Right" que también tiene un solo implacablemente gradilocuente, la fórmula funciona... Luego el rock sigue con "Dirty Little Thing" y "Slither", provistas de riffs cabeceadores y pegajosos, y con un solo de Slash que hacía falta en el album, me refiero al de "Slither", puro wah wah y de la forma en que solo Slash sabe hacer llorar a una guitarra. Y por último, ya más relajada, un poco atmosférica, con un hermoso solo, Velvet Revolver se despide con "Loving The Alien", como para dejarte con un sentimiento nostálgico de haber pasado por el desenfreno de un disco de puro rock, como haber hecho una gira con ellos hace muchos años, recordando el Jack Daniels, la heroína, las mujeres, el escenario, las guitarras, las ovaciones, etc. Es un déjà vu, uno termina el disco sientiendo que esa sensación ya la vivió, tal vez escuchando otro disco de hard rock, tal vez en la vida en que fui estrella de rock.
Contraband es un disco que uno debe tener y escuchar, y cómprenlo, no lo pirateen, no abusemos del sistema aunque pensemos que el sistema abuse de nosotros, las estrellas del rock 'n roll deben ganar enormes cantidades de dinero, si no ellas y nuestros sueños con ser una morirán.


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